El estrés y la disfunción eréctil son dos procesos que van de la mano. Deberemos aprender cómo manejar los problemas para que no afecten en la relación.
Recordemos las distintas fases por las que pasa la construcción de la mayoría de las parejas:
El cortejo: los juegos, insinuaciones, provocaciones, tanteos, etc. para conquistar y ser conquistados.
La luna de miel: conseguido nuestro objetivo, llegado el acuerdo mutuo de participar en la pareja, la pareja entra en esta fase en la que predomina el deseo constante de estar siempre juntos, una fuerza arrolladora nos invade y nada ni nadie puede romperla.
En este fase el sexo, el sexo es algo espontáneo e inevitable; la mera presencia de nuestra pareja hace que nuestra libido se dispare hasta su máxima expresión, somos como se suele decir “conejos en celo” cuyo problema no es la disfunción eréctil sino, en muchas ocasiones, cómo evitar la erección por ponernos en situaciones comprometidas al estar siempre erectos.
Pasada esta fase de luna de miel, llega la fase de ajuste en la que nuestra realidad vuelve a hacerse presente y esa furia desbocada va relajándose.
En esta situación las preocupaciones, el estrés tiende a apoderarse de nosotros, como suele decirse “tenemos la cabeza en otro lado”; los problemas nos impiden centrar nuestra atención en nuestras sensaciones, invaden nuestra existencia y el deseo que nos unía decae.
De alguna manera, hemos permitido que los problemas de la vida entren en nuestro círculo privado de pareja, se adueñan de la parcela de la libido, cae el deseo sexual y, con él, vienen los problemas de erección: La disfunción eréctil.
Veamos qué podemos hacer para evitar la
Centrando la mente y el cuerpo.
Cuando tenemos la mente ocupada intentando planificar como organizar el tiempo para simultáneamente, poner la lavadora, preparar la cena, pasear al perro y repasar el informe de la mañana, es muy difícil que la mente sea consciente –además- de nuestra sensación física.
Lo primero que debemos hacer pues es centrar nuestro cerebro, reconocer que es importante escuchar a nuestro cuerpo, abrir un paréntesis, priorizar. Debemos aprender a relajarnos y dejarnos llevar, dejar que las cosas transcurran.
Centrase en las sensaciones.
De la misma manera que cuando éramos más jóvenes y no disponíamos de lugar ni tiempo definido para nuestras relaciones, de la misma manera que en ese momento nos estresaba y afectaba la sensación constante de peligro, de temor a ser descubiertos; de la misma manera que ahora, que ya tienes ese lugar, una llamada telefónica, una visita inesperada de los niños, etc. puede hacer que se corte la pasión; de la misma manera ocurre con los pensamientos.
Cuando estemos en la relación, debemos permanecer lo más entregados posible, centrar todos nuestro sentidos en sentir y hacer sentir.
Si en ese momento nos afecta un pensamiento “inconveniente”, la opción no es intentar forzar que nuestra mente no atienda este pensamiento (paradójicamente cuanto más intentamos obligarnos a no pensar en algo más pensamos en ello); la opción es reconocerlo, saber que está ahí y apartarlo para otro momento, volviendo a centrar la mente en aquello en lo que debe estar, que no es otra cosa que en sentir.
Respeta tu cuerpo.
Ya sabemos que cuando estamos estresados, los nervios atenazan el cuerpo, no descansamos lo suficiente y el mismo estrés consume nuestro cuerpo y nuestras energías.
En estas circunstancias es muy habitual recurrir a sustancias estimulantes para recuperar las energías perdidas y, además, unir este consumo al de sustancias relajantes para reducir el nivel de nerviosismo; recurriremos frecuentemente al alcohol, el café, el tabaco, las pastillas de valeriana, etc.
Un coptel que no nos va a ayudar a mejorar nuestro estado general de estrés (sólo conseguiremos beneficios momentáneos) pero sí va a afectar a largo plazo en: primero incrementar nuestro nivel de estrés y segundo la calidad de nuestras erecciones.
Para combatir estas situaciones no podemos recurrir a sacrificar nuestro cuerpo y nuestra salud. Recursos más naturales y beneficiosos que nos ayudarán tanto o más serán: dar largos paseos, realizar ejercicios de relajación y respiración, conversar de modo distendido y ... centrar nuestra mente en recuperar nuestra sexualidad.
Rutina de desconexión.
Al entrar en casa todos tus problemas desaparecen, la puerta se cierra y todos tus problemas quedan detrás. Estás en tu hábitat, estás en tu lugar protegido y ningún problema puede franquear esa puerta. Los problemas quedarán fuera, esperando a que los recojas mañana cuando salgas.
Este razonamiento es bonito pero, por desgracia, frecuentemente imposible. Los problemas nos acompañan y resulta difícil dejarlos a conveniencia.
En el caso de la disfunción eréctil por problemas de estrés resulta frecuentemente muy útil el crear una rutina de desconexión en pareja; tu pareja es tu apoyo, tu pareja es tu compañera en tu recuperación; creemos rutinas para introducirnos en la relación y desconectar de los demás asuntos; una cena intima y afrodisiaca, un baño espumoso en pareja, un masaje relajante y sensual, etc.
El momento es ahora
Buscando, buscando, tenemos el peligro de nunca encontrarnos. Si buscando el momento ideal para el encuentro nos damos cuenta que nunca llega, que siempre lo postergamos pues antes debemos atender tal o cual cosa, estamos dilatando el problema.
La disfunción eréctil por estrés en un problema precisamente porque las relaciones sexuales son tanto o más importantes que el resto de tus actividades diarias. No las posterguemos como la última en prioridad y démosle el lugar que merece en nuestra lista de prioridades.
La calidad en la relación sexual es un pilar de la autoconfianza y de la relación de pareja. No dejemos que estas se deterioren por un problema con solución. Te recomendamos que practiques lo expuesto en el artículo y verás como en poco tiempo aprenderás a evitar que el estrés entre en tu intimidad y se produzca la temida disfunción eréctil.
Recordemos las distintas fases por las que pasa la construcción de la mayoría de las parejas:
El cortejo: los juegos, insinuaciones, provocaciones, tanteos, etc. para conquistar y ser conquistados.
La luna de miel: conseguido nuestro objetivo, llegado el acuerdo mutuo de participar en la pareja, la pareja entra en esta fase en la que predomina el deseo constante de estar siempre juntos, una fuerza arrolladora nos invade y nada ni nadie puede romperla.
En este fase el sexo, el sexo es algo espontáneo e inevitable; la mera presencia de nuestra pareja hace que nuestra libido se dispare hasta su máxima expresión, somos como se suele decir “conejos en celo” cuyo problema no es la disfunción eréctil sino, en muchas ocasiones, cómo evitar la erección por ponernos en situaciones comprometidas al estar siempre erectos.
En esta situación las preocupaciones, el estrés tiende a apoderarse de nosotros, como suele decirse “tenemos la cabeza en otro lado”; los problemas nos impiden centrar nuestra atención en nuestras sensaciones, invaden nuestra existencia y el deseo que nos unía decae.
De alguna manera, hemos permitido que los problemas de la vida entren en nuestro círculo privado de pareja, se adueñan de la parcela de la libido, cae el deseo sexual y, con él, vienen los problemas de erección: La disfunción eréctil.
Veamos qué podemos hacer para evitar la
Disfunción eréctil por estrés
Centrando la mente y el cuerpo.
Cuando tenemos la mente ocupada intentando planificar como organizar el tiempo para simultáneamente, poner la lavadora, preparar la cena, pasear al perro y repasar el informe de la mañana, es muy difícil que la mente sea consciente –además- de nuestra sensación física.
Lo primero que debemos hacer pues es centrar nuestro cerebro, reconocer que es importante escuchar a nuestro cuerpo, abrir un paréntesis, priorizar. Debemos aprender a relajarnos y dejarnos llevar, dejar que las cosas transcurran.
Centrase en las sensaciones.
De la misma manera que cuando éramos más jóvenes y no disponíamos de lugar ni tiempo definido para nuestras relaciones, de la misma manera que en ese momento nos estresaba y afectaba la sensación constante de peligro, de temor a ser descubiertos; de la misma manera que ahora, que ya tienes ese lugar, una llamada telefónica, una visita inesperada de los niños, etc. puede hacer que se corte la pasión; de la misma manera ocurre con los pensamientos.
Cuando estemos en la relación, debemos permanecer lo más entregados posible, centrar todos nuestro sentidos en sentir y hacer sentir.
Si en ese momento nos afecta un pensamiento “inconveniente”, la opción no es intentar forzar que nuestra mente no atienda este pensamiento (paradójicamente cuanto más intentamos obligarnos a no pensar en algo más pensamos en ello); la opción es reconocerlo, saber que está ahí y apartarlo para otro momento, volviendo a centrar la mente en aquello en lo que debe estar, que no es otra cosa que en sentir.
Respeta tu cuerpo.
Un coptel que no nos va a ayudar a mejorar nuestro estado general de estrés (sólo conseguiremos beneficios momentáneos) pero sí va a afectar a largo plazo en: primero incrementar nuestro nivel de estrés y segundo la calidad de nuestras erecciones.
Para combatir estas situaciones no podemos recurrir a sacrificar nuestro cuerpo y nuestra salud. Recursos más naturales y beneficiosos que nos ayudarán tanto o más serán: dar largos paseos, realizar ejercicios de relajación y respiración, conversar de modo distendido y ... centrar nuestra mente en recuperar nuestra sexualidad.
Rutina de desconexión.
Al entrar en casa todos tus problemas desaparecen, la puerta se cierra y todos tus problemas quedan detrás. Estás en tu hábitat, estás en tu lugar protegido y ningún problema puede franquear esa puerta. Los problemas quedarán fuera, esperando a que los recojas mañana cuando salgas.
Este razonamiento es bonito pero, por desgracia, frecuentemente imposible. Los problemas nos acompañan y resulta difícil dejarlos a conveniencia.
En el caso de la disfunción eréctil por problemas de estrés resulta frecuentemente muy útil el crear una rutina de desconexión en pareja; tu pareja es tu apoyo, tu pareja es tu compañera en tu recuperación; creemos rutinas para introducirnos en la relación y desconectar de los demás asuntos; una cena intima y afrodisiaca, un baño espumoso en pareja, un masaje relajante y sensual, etc.
El momento es ahora
Buscando, buscando, tenemos el peligro de nunca encontrarnos. Si buscando el momento ideal para el encuentro nos damos cuenta que nunca llega, que siempre lo postergamos pues antes debemos atender tal o cual cosa, estamos dilatando el problema.
La disfunción eréctil por estrés en un problema precisamente porque las relaciones sexuales son tanto o más importantes que el resto de tus actividades diarias. No las posterguemos como la última en prioridad y démosle el lugar que merece en nuestra lista de prioridades.
La calidad en la relación sexual es un pilar de la autoconfianza y de la relación de pareja. No dejemos que estas se deterioren por un problema con solución. Te recomendamos que practiques lo expuesto en el artículo y verás como en poco tiempo aprenderás a evitar que el estrés entre en tu intimidad y se produzca la temida disfunción eréctil.